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En la nada… un pequeño punto iluminó el área, luz encandilante, después ausencia y tras varios instantes nacieron de ella, dos cuerpos,  dos quimeras, dos entes. Delicioso tiempo de agonía fue sustituido por locura, locura de la buena, incontrolable y adictiva. Fue entonces cuando las dos sustancias colisionaron, larga duración de una lucha sangrienta, movimientos rápidos. Un grito detuvo la espera. Era demasiado tarde, pues en medio  del espacio, se encontraba un solo ignoto, extraño, raro, formado por partes que no coincidían con el lugar que la disputa había dejado, tenía aspecto grotesco, una gama de colores formaba cada una de sus extremidades, era tenebroso, gótico, oscuro.
Un rayo de luz atravesó la pared del área, luego otro y otro, hasta dejar al descubierto la textura de aquella desconocida figura. Sorprendentemente su forma había cambiado, su fachada era la combinación más hermosa que los ojos de cualquier ser hubiera visto, era tranquilo, sereno,  no podías alejar tu mirada de ello.  
Una sola mente, con independientes pensamientos, a veces buenos  a veces malos, pero nunca entre los dos.
En busca de la oveja negra, del patito feo, de la manzana de la discordia. No convencidas con la vida cotidiana esa que empieza con la rutina de sobrevivir; va más allá de eso, se trata de sentir, vivir. Pudriéndonos a causa de una esperanza desperdiciada, luchamos por atrapar el aliento perdido subsecuente al éxtasis que deja una madrugada de ingenio.